La mujer de casi 80 años de edad ha esperado a sus hijos, una de ellas fallecida, durante dos años luego de ser desalojada de su hogar en el municipio de Tehuacán.
Han pasado dos años desde que María de Jesús Mundo acude puntual cada día a la Central de Autobuses de Pasajeros de la Ciudad de Puebla (CAPU). Los 78 años de edad que tiene encima no son impedimento para trasladarse y esperar a una persona que nunca llegará.
María de Jesús tiene tres hijos, dos varones y una mujer, a quienes ha esperado por más de 24 meses para que alguno de ellos vaya por ella a la central más concurrida del estado.
Ella espera en especial a Alma, la única mujer de los tres hijos que tuvo. Sin embargo, el encuentro no ocurrirá debido a que “Almita”, como solía llamarla de cariño, perdió la vida luego de lograr ingresar a Estados Unidos en búsqueda del sueño americano, uno que le duró poco.
María de Jesús espera a sus hijos tras ser desalojada de su hogar
El hogar donde crió a sus tres hijos también ha dejado de existir, al menos para ella. Esto se debe a que hace poco más de dos años fue desalojada de su vivienda ubicada en la Unidad San Andrés, en el municipio poblano de Tehuacán.
Esta razón la ha dejado desamparada y sin atención, lo que la llevó a cambiar de ruta y alojarse en la CAPU a la espera de “Almita” y los dos hijos que aún le viven.
Estos últimos no tienen comunicación con ella, pues lo último que logró saber de ellos es que viven en la Ciudad de México, aunque hasta ahora ninguno de ellos se le ha intentado acercar.
El Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado de Puebla (SEDIF) se acercó con la señora luego de que su caso lograra hacerse viral a través de las redes sociales.
A pesar de que se le ha ofrecido asilo en uno de los dormitorios, así como alimentación, la señora María de Jesús la rechazó, pues señaló que prefiere esperar a su familia las 24 horas del día.
En un recorrido se pudo constatar que la mujer se mantiene de pie en uno de los accesos principales día y noche, con la esperanza de ver a sus hijos, incluso un día llegó a confundir a su descendiente.
La señora María de Jesús Mundo vive de las donaciones de la gente. Lo que logra conseguir le sirve para comprar pañales, comida e incluso cubetas de agua, lo que utiliza para lavarse las manos y también para darse un baño breve.