México ocupa el primer sitio de América Latina con más perros deambulando por las calles
Para Ylenia Márquez Peña, académica de la UNAM, adoptar un can da la oportunidad de conocer el amor incondicional. Foto: Especial
Con 19 millones 600 mil lomitos callejeros, México ocupa el primer sitio de América Latina con más perros deambulando por las calles, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies (AMMVEPE).
Para Ylenia Márquez Peña, académica de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, adoptar un perro no solo representa darle una segunda oportunidad, sino que también puede tener implicaciones sociales muy positivas, especialmente para el tutor adoptante.
“Una persona que adopta tiene la gran oportunidad de conocer el amor incondicional. Los perros son maestros del amor, y te quieren y están ahí independientemente del contexto. No saben el concepto de sacrificio; pero, si fuera el caso, darían su vida por nosotros. La idea de amor que ellos nos dan es algo que debemos aprender, sobre todo si eso viene de un perro adoptado”, señaló.
Adopción de un perro: aprendizaje para afrontar retos en la vida
Adoptar y cuidar un perro también es una especie de aprendizaje para afrontar los retos que nosotros mismos experimentaremos a lo largo de la vida.
“Quizá el motivo por el que viven los perros 10 o 13 años es para darnos lecciones. Cuidarlos cuando son pequeños es divertido; pero, cuando empiezan a crecer y enfermarse, la situación cambia. Nos alistan para enfrentar la vejez, las enfermedades; nos preparan para vivir un duelo. Son maestros de la vida, pero siempre y cuando nosotros estemos perceptivos a lo que ellos nos muestran”, mencionó Márquez Peña.
Además, adoptar un perro nos enseña lo que es la responsabilidad, la sensibilidad y la empatía, o nos ayuda a no resentir la soledad (si es el caso). De igual manera, contribuye a reducir el estrés y la ansiedad, nos estimula a realizar actividad física y promueve nuestra socialización, porque propicia que conozcamos a personas que también aman a los perros.
Más allá del beneficio personal, un perro adoptado es un espacio que se abre para albergar a otro. Además, la adopción nos sensibiliza ante la problemática de los perros callejeros y puede incentivarnos a apoyar económicamente a este tipo de causas.
Los perros en los centros de adopción o control animal muchas veces ya vienen vacunados y esterilizados, así que solo necesitan de tu amor y tus cuidados.
Aspectos a considerar antes de adoptar a un perrito
Márquez Peña pidió a los posibles tutores considerar varios aspectos antes de adoptar un perro, entre ellos, la situación económica y el espacio y tiempo disponibles.
“Lo esencial al decidir adoptar un perro es reflexionar y no tomar la decisión a la ligera. Es necesario contemplar el corto y largo plazo porque un perro vive mínimo 10 años. Entonces, hay que estar muy conscientes y comprometidos con él, hasta el final de su vida; tenemos que ser capaces de proveerle todo tipo de cuidados”, dijo.
Y agregó: “Por ejemplo, muchas veces no nos tomamos un momento para analizar si el perro es muy activo o muy pasivo, si será grande o pequeño, si ya trae enfermedades, su comportamiento, si ladra mucho. Todas esas condicionantes hay que tenerlas en cuenta, ya que van a repercutir en nuestra vida. Si come mucho, debo tener una economía sólida para proveerlo; si es muy activo, lo voy a tener que sacar sí o sí a sus paseos; si ladra mucho, puede perturbar a mis vecinos. Entonces, al adoptar un perro, estoy adquiriendo un compromiso que requiere un análisis previo”.
En caso de tener alguna duda sobre el can que se va a adoptar, la experta universitaria recomendó consultar a un veterinario, quien podría ofrecer información más detallada sobre el nuevo compañero.
Por otro lado, destacó que los humanos ya contrajimos un compromiso implícito con los perros desde el momento en que los domesticamos, hace 18 mil años; por tanto, es necesario que la adopción se haga de manera consciente y no decir a la semana “ya no lo quiero” o “no era lo que esperaba”, porque esto puede generar un daño al can que incluso llegue a deprimirlo o estresarlo al grado de no querer comer.
“Cuando domesticamos a los perros, los hicimos dependientes de nosotros. Ellos eran capaces de vivir y mantenerse vivos, y nosotros interrumpimos en su naturaleza. Cuando adoptamos a un perro, ya no hay vuelta atrás, y por eso es importante reflexionar muy bien sobre su adopción”, puntualizó.