n las vastas llanuras de Sudáfrica, vive un pequeño y muy hábil pájaro llamado Tejedor Social Común. No hay un nombre más adecuado, ya que la evolución ha enseñado a estas aves a construir nidos colectivos impresionantes. El equipo de Lemurov.net se sorprende ante las dimensiones que puede alcanzar la arquitectura aviar cuando se trabaja con dedicación.

Los tejedores construyen sus nidos juntos, uniendo esfuerzos no solo de decenas de aves, ¡sino de muchas generaciones! Las construcciones son tan sólidas que los “apartamentos” se transmiten de bisabuelos a bisnietos. Se conocen casos en los que se encuentran nidos con más de un siglo de antigüedad; el árbol puede haberse secado hace mucho en el clima cálido, pero el nido sigue en pie.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA La tecnología de construcción de estos nidos es compleja y entrelazada; son de varios pisos y tienen habitaciones de diversos propósitos. Incluyen espacios personales para “recién casados” y cría, así como habitaciones para 3-5 pájaros, y pasillos con un sistema de protección contra serpientes. Los tejedores pueden asegurar espinas afiladas de manera que obstruyan el paso de reptiles, como estacas en un castillo medieval. Cada nido tiene varias docenas de pasajes falsos y genuinos, y pueden vivir dentro de ellos cientos de aves al mismo tiempo.

Un solo nido puede medir hasta 8 metros de longitud, 2-2.5 metros de altura y pesar más de una tonelada. Las aves han aprendido a construirlos incluso en postes de líneas eléctricas. ¿Pero por qué construyen estas estructuras tan elaboradas? La respuesta es simple: en áreas desérticas, hay grandes fluctuaciones de temperatura, humedad y presión, mientras que dentro del nido siempre se mantiene un microclima estable. Aquí, la lluvia no penetra y el polvo no entra, y las aves no temen ni las heladas ni la sequía ni los depredadores.

Todo sería perfecto si no fuera por dos problemas. A veces, algunos depredadores peligrosos logran evadir las barreras, y luego las aves dentro del laberinto del nido quedan atrapadas, sin que todas logren salir. En otros casos, los tejedores eligen incorrectamente el soporte, y bajo el peso del nido gigante, el árbol simplemente se quiebra, desperdiciando el arduo trabajo de las pequeñas aves.

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