En 1990, los medios estaban llenos de emoción por la boda de una de las parejas más deslumbrantes de Hollywood, Nicole Kidman y Tom Cruise. A pesar de su incapacidad para concebir naturalmente, la pareja expandió su familia mediante la adopción. En 1992, dieron la bienvenida a su vida a su hija Bella, seguida por la adopción de su hijo Connor en 1995.
Sin embargo, su felicidad matrimonial se vio interrumpida en 2001 cuando Tom Cruise se involucró profundamente con la Cienciología. Nicole Kidman expresó su incomodidad con el nuevo interés de su esposo, sintiendo como si él hubiera cambiado.
Tras su divorcio, el tribunal otorgó la custodia de sus hijos a Tom Cruise, una decisión que Nicole Kidman sorprendentemente aceptó sin objeciones. Prometió seguir involucrada en sus vidas pero, con el tiempo, pareció olvidarse de sus hijos adoptivos.
A pesar de la separación de sus padres, Connor y Bella Cruise prosperaron. Connor encontró éxito en la música y se casó con una modelo, con Tom Cruise pagando la boda, bajo la condición de que Nicole Kidman no sería invitada.
Por otro lado, Bella eligió distanciarse de sus padres, casándose con un programador y mudándose al Reino Unido.
Su historia refleja las complejidades de la dinámica familiar y el impacto de las creencias personales en las relaciones.