Raphael, el nombre que resuena en los escenarios del mundo, es mucho más que una leyenda musical. Detrás de ese artista que domina cada concierto con una presencia inigualable, se encuentra Rafael Martos, un hombre que, al subir al escenario, se transforma completamente. Para él, cada espectáculo es único, como si fuera el primero. La cifra de discos vendidos y los numerosos premios que ha acumulado no son lo que lo define; lo que realmente lo impulsa es su devoción por su público y su inigualable pasión por la música.

Nacido el 5 de mayo de 1943 en Linares, Jaén, el joven Rafael siempre supo que su destino era más grande que simplemente cantar. Desde muy pequeño, aspiraba a ser un auténtico artista. Para marcar esta ambición, cambió la ortografía de su nombre, añadiendo un ‘ph’, con el objetivo de hacer su nombre más distintivo y memorable. Así nació Raphael, un nombre que con el tiempo se convertiría en sinónimo de éxito.

Conocido también como “El Ruiseñor de Linares”, Raphael creció en una familia humilde. Su madre, Rafaela Sánchez, compartía el gusto por la música, aunque solo cantaba en la intimidad del hogar. Desde muy temprana edad, Raphael comenzó a demostrar su talento. Su primera actuación fue a los 3 años en el patio de su colegio, donde participaba en el coro a cambio de comida. Con apenas 9 años, su talento ya había sido reconocido a nivel internacional, al ser galardonado como la mejor voz infantil de Europa en el Festival de Salzburgo.

A principios de los años 60, su carrera despegó de manera espectacular. Participar en el Festival de Benidorm fue su primer gran paso hacia el estrellato, lo que le permitió conquistar el corazón del público europeo. Los críticos pronto empezaron a hablar de su estilo único, destacando cómo cada concierto suyo era una experiencia inolvidable. A partir de ahí, su trayectoria se disparó, y en 1966 y 1967 representó a España en el Festival de Eurovisión, con las canciones “Yo soy aquel” y “Hablemos del amor”. Estas interpretaciones fueron el empujón que necesitaba para plantearse llevar su música a nivel global.

Con éxitos como “Mi gran noche”, “Digan lo que digan” o “El Tamborilero”, Raphael no solo consolidó su fama en España, sino que su nombre resonó en escenarios tan lejanos como Japón, donde su canción Escándalo alcanzó el número uno. A lo largo de su carrera, ha realizado giras mundiales y ha actuado en los teatros más prestigiosos del mundo, incluyendo el Carnegie Hall, el Opera House de Sídney y el Olympia de París. Su influencia ha sido tal que, al igual que otros grandes artistas, ha creado su propio estilo: el raphaelismo, que sigue atrayendo a millones de fanáticos en todo el mundo.

Uno de sus logros más notables es haber vendido más de 50 millones de álbumes, lo que le ha valido un disco de uranio, un honor que solo unos pocos artistas han conseguido. Pero Raphael no solo ha destacado en la música; su vida también ha estado marcada por momentos difíciles. En el año 2000, su salud se vio comprometida debido a una cirrosis hepática, lo que lo llevó a necesitar un trasplante de hígado en 2003. Afortunadamente, la operación fue exitosa, y Raphael pudo retomar su carrera, continuando con giras que celebraban su recuperación y renovada energía.

Su gira ‘De vuelta Tour’ en 2004 marcó el inicio de una nueva etapa en su vida artística, demostrando que aún tenía mucho por ofrecer. Entre 2013 y 2014, llevó a cabo la gira internacional Mi Gran Noche Tour, y en 2015 emprendió el ambicioso Raphael Sinphonico World Tour, con presentaciones alrededor del mundo. En 2018, lanzó el álbum RESinphónico, que reúne versiones sinfónicas de algunos de sus temas más emblemáticos. Aquí el video de la información.Además de su carrera en la música, Raphael ha incursionado en el cine, participando en una docena de películas, y también ha brillado en el teatro. A lo largo de los años 70, su imagen decoró la fachada del Teatro Monumental de Madrid, consolidando su presencia en la escena artística española.

Sin embargo, para Raphael, su mayor éxito no se mide en discos ni en premios, sino en su familia. El cantante lleva más de cinco décadas casado con Natalia Figueroa, con quien contrajo matrimonio el 14 de julio de 1972 en una ceremonia privada en Venecia. Su amor ha perdurado a lo largo de los años, y juntos han formado una hermosa familia, con tres hijos y varios nietos. Para Raphael, el secreto de su longeva relación es simple: “Quererse mucho, soportarse mutuamente y empezar y terminar el día con cariño”.

Hoy en día, Raphael sigue siendo una figura imprescindible en la música y la cultura popular española. Su legado continúa vivo, y, a pesar de los desafíos que ha enfrentado, sigue demostrando que aún le queda mucho futuro por delante.

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